La resolución fue presentada por el Movimiento de No Alineados (NOAL) y el grupo árabe tras fracasar sus intentos para que el Consejo de Seguridad adoptara un texto similar, vetado por Estados Unidos. En la Asamblea, un total de 133 países votaron a favor de la resolución, a la que se opusieron EEUU, Israel, Micronesia y las islas Marshall. En la votación hubo 15 abstenciones, entre ellas la de Canadá, Australia y seis países latinoamericanos: Perú, Paraguay, Colombia, Nicaragua, Honduras y Guatemala.
La resolución, que condena los atentados suicidas y las ejecuciones extrajudiciales, y pide la aplicación del último plan de paz, fue adoptada tras un debate en el que la mayoría de oradores se opuso al exilio forzado de Arafat y se pronunció por reactivar la llamada «hoja de ruta». Los propios representantes israelí y palestino estuvieron de acuerdo en que no hay solución militar al conflicto, pero no hubo más coincidencias.
El representante palestino, Nasser Al Kidwa, subrayó que el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y su Gobierno representan una amenaza a la estabilidad de la región, «rechaza una paz real e insiste en el uso de la fuerza». Al Kidwa denunció la «sangrienta campaña militar» de Israel contra los palestinos y lo acusó de violar la ley internacional al cometer ejecuciones extrajudiciales, destruir infraestructuras y viviendas, e imponer castigos colectivos.