ESTHER REBOLLO
La intentona golpista «ha concluido», anunció la presidenta de
Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, tras 17 horas de asedio al
edificio «Oakwood», que alberga comercios y apartamentos de lujo.
Los amotinados se atrincheraron en la madrugada del domingo en el
«Oakwood», pertrechados de armas, y amenazaron con hacer estallar
explosivos si el Gobierno no escuchaba sus demandas.
Exigieron la dimisión de la presidenta Macapagal Arroyo; del ministro de Defensa, Angelo Reyes; del responsable de la Inteligencia Militar, Víctor Corpus; y del jefe de la Policía Nacional, Hermógenes Ebdane. A todos ellos les acusaron de corruptos, de orquestar los atentados que los pasados meses de marzo y abril dejaron 35 muertos en la sureña ciudad de Davao, de los que se culpó oficialmente al Frente Moro de Liberación Islámica; y de vender armas a los grupos insurgentes filipinos.
«Ha sido un triunfo de la democracia», manifestó la presidenta en un discurso televisado a la nación, y recalcó que lo ocurrido «de ninguna manera pone en peligro la seguridad nacional y la estabilidad política; es un asunto doméstico». La mandataria también confirmó que eran 296 los militares sublevados, de ellos 70 oficiales (tenientes y capitanes), y agregó que los amotinados no recibirán ningún tratamiento especial y serán investigados.