El estado de emergencia dictado en Perú no logró en su segunda jornada en vigor acabar con la escalada de violencia que se cobró ayer las tres primeras víctimas mortales y acumuló un saldo de un centenar de detenidos y unos setenta heridos. Pese a que el despliegue militar y policial permitió desbloquear las principales carreteras, cuyo tráfico había sido interrumpido por los agricultores en huelga, no pudo contener las protestas de diversos gremios, que se radicalizaron en algunas provincias.
Maestros, agricultores y trabajadores del poder judicial prosiguieron con sus manifestaciones en reclamo de mejoras salariales, mientras que los empleados de la sanidad pública suspendieron su protesta hasta dentro de 29 días, cuando concluirá el estado de excepción dictado por el presidente, Alejandro Toledo. Los hechos más graves se produjeron en la ciudad norteña de Chiclayo y en la ciudad sureña de Puno, en el altiplano peruano, donde enfrentamientos entre fuerzas del orden y varios miles de manifestantes se saldaron con tres estudiantes muertos y más de una veintena de heridos.
El incidente se registró cuando militares abrieron fuego contra un grupo de estudiantes que había tomado la Universidad Nacional del Altiplano, de Puno, a 131 kilómetros al sur de Lima, para impedir la entrada en el recinto. El director del centro de salud de Puno, Isaac Manzaneda, informó al Canal «N» de televisión que los estudiantes murieron a consecuencia de heridas de bala en el abdomen y pulmón, mientras que los heridos presentan lesiones en el cráneo, tórax y cara.