El caos reinaba ayer en Bagdad, donde todo indica que el régimen de Sadam Husein se ha derrumbado ante el avance de las tropas de la coalición anglo-americana, que ya tomaron varios barrios de la capital iraquí. Los iraquíes se lanzaron a saquear almacenes oficiales, tiendas e instituciones gubernamentales en Bagdad, convertida en una ciudad sin ley donde ya no existe ninguna autoridad. «Ya todo se ha venido abajo», comentaba un iraquí en la calle.
Los iraquíes se lanzaban a robar propiedades de compañías públicas y privadas en una espiral a la que los norteamericanos, por el momento, no han tratado en ningún momento de poner coto.
Más bien al contrario, observan sonrientes el signo más visible de la total descomposición del régimen de Sadam Husein, que se apoyaba sobre todo en las Fuerzas Armadas y el partido Baaz.
El saqueo de las propiedades de las empresas públicas, centros oficiales, cuarteles y viviendas de los jerarcas del régimen comenzó hace cinco días.
Los menos avispados arrancaban ayer todo lo que podían, que no es mucho, y lo arrastran por el suelo con esfuerzo.
Ancianas, adultos, jóvenes y niños empujaban fatigosamente bidones y tiraban de los objetos robados que han conseguido amontonar y atar para llevárselos.
El negocio de venta de vehículos robados de la víspera ha dado paso al despojo de los restos, y así los más pobres son los que hoy arrancan de las paredes de las empresas y almacenes todo tipo de objetos inclasificables que allí quedaban.
Entre las ruinas de las posiciones defensivas del Ejército iraquí, los carros blindados calcinados y los cañones abandonados en la desbandada, la población trata de apoderarse de todo aquello que tenga algún valor o al menos una utilidad para sus casas humildes.Algunos desmontan lo que queda de los camiones de las tropas regulares iraquíes, para venderlo en el mercado de piezas de recambio. Los últimos en llegar usan camiones, trilladoras, máquinas bombeadoras y grúas para remolcar los camiones y vehículos averiados que la víspera no pudieron ser transportados. Esto significa la total pérdida del miedo a las posibles represalias del régimen de Sadam Husein.