FRANCE PRESS-DUBAI/P.C.
El cerco sobre Sadam llegó ayer hasta varios de sus palacios, tanto
en la ciudad de Basora, por parte de las tropas británicas, como en
Bagdad, por parte de los soldados estadounidenses. Las imágenes,
recogidas por las cámaras de televisión, reflejan no sólo el lujo
del que se rodean el presidente iraquí y su familia, sino también
el carácter eventual de estas viviendas, desprovistas de cualquier
atisbo de vida.
El Palacio de la República, que ayer fue centro de violentos combates, es una verdadera fortaleza a orillas del Tigris, en el centro de Bagdad, y su construcción se remonta a los primeros años de la República, en 1958. Este palacio es el más antiguo y el más grande de los diez que posee el presidente iraquí en la capital.
Se trata del único palacio que los iraquíes pueden señalar libremente como residencia presidencial sin miedo a represalias, ya que no están autorizados a mencionar ni a mirar los otros, aunque sea furtivamente. El Palacio de la República fue construido de tal manera que los bagdadíes no logran ver lo que ocurre en su interior. Altas murallas e inmensos portalones negros rodean el edificio, vigilado por guardias fieles al régimen. Se extiende sobre varias decenas de kilómetros cuadrados en el corazón de la capital, sobre la orilla oeste del Tigris, y limita por un lado con el Puente de la República y por el otro con un puente colgante.