Mientras los bombardeos y avances de tropas en el teatro de operaciones iraquí acaparan la atención mundial, los servicios secretos libran su propia guerra entre bastidores por un preciado botín: los archivos de Sadam Husein. Los principales contrincantes de esta contienda soterrada son los servicios especiales de Estados Unidos y el Reino Unido, por un lado, y de Rusia, por el otro. Grupos especiales del Mi-6 británico y de la CIA estadounidense entraron en territorio iraquí junto con las tropas terrestres aliadas el pasado 20 de marzo. Los destacamentos del SVR, el Servicio de Espionaje Exterior ruso, y del GRU, Dirección General de Espionaje (militar) de Rusia, ya se encontraban en territorio iraquí y cuando se produjo la invasión anglo-estadounidense pasaron al «régimen de acción en condiciones especiales» de acuerdo con la orden de Moscú.
Si bien los primeros cuentan con el apoyo de todo un ejército, los segundos están en estrecho contacto con altos cargos iraquíes, con quienes «mantienen contactos de trabajo cotidianos». Nada más comenzar la guerra, el diario «Nezavísimaya Gazeta» informó de que a Bagdad fueron enviados dos destacamentos de comandos «Zaslón» del SVR y un tercero se trasladó a Irán, adonde en caso de necesidad será evacuado el personal diplomático ruso que aún queda en Irak, que transportaría la información valiosa. Según fuentes del espionaje ruso, en el preciado cargamento que debería ser evacuado de Bagdad vía Irán podrían estar los archivos de los servicios secretos iraquíes y también las personas encargadas de transmitir a Moscú la información más valiosa. Si los archivos llegan a Moscú, Rusia reforzará sensiblemente sus posiciones a la hora del reparto posbélico y también su influencia sobre la futura nueva elite política iraquí. Entre la preciada documentación también habrá valiosos documentos sobre la ayuda directa o indirecta que el presidente iraquí, Sadam Husein, recibió desde Rusia.