ELÍAS BENARROCH -JERUSALÉN
El atentado suicida palestino perpetrado ayer en la localidad
israelí de Netania, es una prueba para el nuevo primer ministro
palestino, Abu Mazen, ya que EEUU e Israel condicionan la
aplicación del plan de paz a que termine por completo la
violencia.
El ataque, que ha dejado un balance de medio centenar de heridos, coincidía con el Día de la Tierra, en el que los árabes-israelíes conmemoran la muerte de seis de sus miembros a manos de la policía durante violentas manifestaciones de protesta por la confiscación de sus tierras en 1976.
«Oí una enorme explosión y vi a dos soldados tirarse al suelo y al terrorista hacerse pedazos en la entrada del restaurante», dijo un trabajador de un establecimiento cercano. El suicida palestino, de 19 años y del distrito cisjordano de Tulkarem, detonó un artefacto de entre 2 y 3 kilos que llevaba adosado al cuerpo a la entrada del café London, causando heridas graves a seis israelíes. El resto de las víctimas sufrieron heridas leves.
Un joven israelí, que se percató de la presencia del suicida y frenó su entrada a la cafetería y absorbió parte de la honda expansiva con su propio cuerpo, se halla aún en estado crítico. Poco después de la explosión, un activista de la Yihad Islámica asumió el ataque, autoría que confirmó desde Damasco el líder de esa organización, Ramadán Shalaj. Ante las acusaciones de Israel contra la ANP, el ministro palestino de Gobernación Local, Saeb Erekat, dijo que «condenamos cualquier ataque contra civiles, ya sean israelíes o palestinos».