EFE-BELGRADO
Un día después del asesinato del primer ministro de Serbia, Zoran
Djindjic, la policía anunció ayer las primeras 56 detenciones de
personas relacionadas directa o indirectamente con el crimen, todas
vinculadas con círculos mafiosos y el derrocado régimen de Slobodan
Milosevic. Mientras, centenares de ciudadanos hacen cola
permanentemente ante la sede del Gobierno serbio para firmar en el
libro de condolencias, colocar un ramo de flores o encender una
vela en memoria del político que, según reconocieron los médicos,
no murió en el hospital sino instantáneamente, cuando una bala
«dum-dum» se fraccionó en su pecho y le rompió el corazón en mil
pedazos.
Aunque la policía no ha dado nombres hasta ahora, fuentes periodísticas locales señalaron que entre los detenidos en las últimas horas se encuentran el ex-jefe de la seguridad del estado de Serbia Jovica Stanisic y el ex-comandante de las unidades especiales antiterroristas Frenki Simatovic, ambos de la era Milosevic.
En su primer informe oficial tras el crimen, el jefe de la policía de Belgrado, Milan Obradovic, declaró que una gran parte de los detenidos pertenece a la banda criminal conocida como «clan de Zemun», que hace referencia al nombre de una ciudad satélite de la capital bajo su control. La policía concentra sus esfuerzos en localizar al cabecilla de dicho grupo, el ex-policía, antiguo legionario y miliciano ultranacionalista Milorad Lukovic, hasta hace dos años jefe de los «Boinas Rojas», la unidad de operaciones especiales de los servicios de seguridad serbios, puesto para el que fue nombrado por Milosevic.