El presidente del Gobierno, José María Aznar, y el primer ministro británico, Tony Blair, escenificaron ayer nuevamente en Madrid su completa sintonía en torno a la crisis iraquí y se ratificaron en su postura de apoyo a las tesis estadounidenses. Ni Aznar ni Blair dieron un ápice de credibilidad al anuncio de Sadam Husein de que destruirá los misiles 'Al Samud 2', movimiento que el presidente español calificó de «juego cruel» con los deseos de paz de millones de personas. «No es el momento de andarse con juegos», remachó Tony Blair en la rueda de prensa conjunta celebrada con Aznar en La Moncloa tras el desayuno de trabajo que mantuvieron.
Ambos admitieron que su postura ante el previsible conflicto no les está granjeando la popularidad de sus respectivas opiniones públicas y Blair se vio obligado incluso a hablar de la rebelión que tuvo que soportar en las propias filas del laborismo. «Yo no paso por alto las voces que se oponen a nuestro planteamiento -dijopero como primer ministro tengo que explicar al país lo que creo y por qué lo creo».
«Y creo de forma auténtica y apasionada que el terrorismo internacional y los Estados represores inestables que fabrican armas nucleares, químicas y biológicas son una amenaza auténtica a nuestra seguridad», añadió el 'premier británico' que rindió «homenaje» a la valentía y liderazgo del presidente Aznar «en estos últimos meses difíciles».La idea de que no cabe otra actitud que el mantenimiento de la firmeza y no se pueden aceptar «chantajes» fue igualmente defendida por Aznar, que dijo respetar «todos los sentimientos» y echó mano de la legalidad internacional para argumentar que sólo su repeto garantizará la paz y la seguridad mundiales.
Por otra parte, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, se mostró partidario de que, en la actual crisis iraquí, los titulares de Defensa «hablen poco», sugerencia que hizo el jueves al secretario de Estado norteamericano, Donald Rumsfeld, en una entrevista en el 'Wall Street Journal'.