El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Igor Ivanov, señaló ayer que Rusia está dispuesta a vetar cualquier resolución que autorice el uso de la fuerza contra Irak. «Rusia no respaldará ninguna resolución en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que, directa o indirectamente, dé vía libre a una solución armada del conflicto iraquí», aseguró Ivanov en una conferencia de prensa extraordinaria.
El canciller ruso subrayó que «tenemos derecho de veto. Si el interés de la estabilidad internacional así lo exige, Rusia ejercerá este derecho».
Aunque matizó que «por supuesto, cualquier país que se plantee utilizar el veto, debe comprender claramente la responsabilidad que esto conlleva».
El canciller ruso recalcó que «Moscú hará todo lo que esté en su poder para mantener la unidad y cohesión en el seno del Consejo de Seguridad, donde contamos con asiento permanente».
Ivanov, que concluyó ayer una visita oficial de tres días a China, y su colega chino, Tang Jiaxuan, emitieron un comunicado conjunto en el que proclamaban que «la guerra en Irak puede y debe evitarse».
Por otro lado, Moscú exigió ayer por primera vez el desarme de Irak por «cualquier medio», pero pidió a Washington que adapte su línea de presión sobre Bagdad al marco de la ley internacional.
«Estamos de acuerdo en la necesidad de desarmar a Irak», resumió el presidente ruso, Vladímir Putin, la ofensiva diplomática lanzada por el Kremlin para resolver la crisis iraquí sin que se rompa la cohesión internacional en la ONU y la amistad de Rusia con Estados Unidos.El líder ruso destacó que «cualesquiera que sean los medios que utilicemos para ello, invariablemente debemos hacerlo en el marco de la legalidad internacional».
La declaración de Putin confirmó el distanciamiento respecto a Francia y Alemania, que buscan el apoyo de Rusia en la ONU para bloquear la nueva resolución presentada por EEUU, Gran Bretaña y España, y que consideran supone el visto bueno a la guerra de Irak.