Atrás quedan las disputas con los demócratas sobre si es conveniente o no crear un súper ministerio de seguridad nacional o respecto a los efectos de una mayor reducción de impuestos en la reactivación de la economía. A partir de ahora, esos asuntos que al igual que la guerra contra Irak resultan tan del gusto republicano, se aprobarán tras un pequeño cambio de impresiones y punto. La lectura política es que los nortemamericanos han respaldado los ejes de la actuación de George W. Bush: de seguridad nacional e intervencionismo militar en el extranjero.
Trent Lott, senador por Misisipi y líder de la mayoría republicana del Senado durante los próximos dos años, aseguró ayer en sus primeras declaraciones tras la victoria que, lo primero que piensa hacer es llevar adelante las audiencias de confirmación de una serie de jueces federales que los demócratas tenían estancadas por considerar a los candidatos demasiado conservadores. Lott no ocultó que se siente reforzado en las tesis conservadoras que comparte con Bush porque, a su entender, las elecciones eran un «referéndum sobre el liderazgo de Bush, y realmente lo ganó».
«El pueblo americano dijo 'sí, confío en este hombre y queremos tener un Congreso que trabaje con él y obtenga resultados'», dijo Lott al comentar ayer los resultados, en una clara alusión a los intentos demócratas por torpedear en el Senado algunos de los proyectos republicanos durante la pasada legislatura. Tom Daschle, el senador de Dakota del Sur que era hasta ahora el líder de la mayoría demócrata de la Cámara Alta, se limitó a decir que sus compañeros seguirán haciendo su trabajo y denunciando lo que, antes y ahora, les parece que no es bueno para el país.