Rusia limitó ayer legalmente la libertad de prensa dentro de la intensa campaña antiterrorista desatada tras la tragedia de la crisis de los rehenes en Moscú, mientras la guerrilla chechena amenazó a Moscú con nuevos y más crueles atentados. Shamil Basáyev, uno de los jefes de la guerrilla separatista que el Kremlin había identificado como uno de los cerebros de la toma del teatro Dubrovka, asumió la autoría del asalto y dijo que en los próximos intentará hacer «el mayor daño posible».
La confesión del autor del plan de asalto al teatro coincidió con una sesión urgente de la Duma rusa o cámara de diputados, que aprobó enmiendas a la Ley de Prensa y a la de Lucha contra el Terrorismo y otras medidas para arrinconar a los terroristas. Entre otras decisiones, la Duma prohibió entregar a sus familias los cadáveres de los 41 terroristas muertos en el rescate de los rehenes, cuyo lugar de entierro se mantendrá en secreto. Sólo un diputado votó en contra de la moción, por 288 a favor y dos abstenciones.
Los medios de comunicación no podrán difundir citas textuales de personas contrarias a una operación antiterrorista, ni imágenes que puedan poner en peligro la vida de sus integrantes, ni información personal sobre los mismos, a no ser con autorización expresa. De acuerdo con las enmiendas aprobadas, que deberán pasar ahora al Consejo de la Federación o Senado, teóricamente no se podría ni informar de que en Chechenia hay una guerra, llamada por el Kremlin «operación antiterrorista».
Una sesión dominada por los ecos del drama, que costó la vida de al menos 160 personas, condenó también la celebración en Copenhague del «llamado Congreso Mundial Chechén», vinculado por el Kremlin con el asalto al teatro Dubrovka de Moscú. La Duma rechazó al mismo tiempo una moción del partido liberal Yábloko para crear una comisión investigadora sobre la operación de rescate por parte de las fuerzas especiales de seguridad y el empleo del gas narcótico causante de casi todas las víctimas mortales.