Aunque oficialmente el atentacontra una discoteca de la isla de Bali causó 187 muertos, habrá que esperar meses para saber con certeza cuántas personas perdieron la vida, así como sus identidades, según informaron fuentes oficiales. El cónsul de Nueva Zelanda en Bali, Nigel Alardyce, declaró ayer que «hasta dentro de unos días no se conocerán cifras definitivas, pero como ocurrió tras el 11 de septiembre, pasarán meses antes de saber con certeza cuánta gente ha muerto».
El hospital de Sanglah, adonde fueron llegando cadáveres y heridos durante toda la madrugada del domingo, se ha convertido en un gran tanatorio, donde de forma dantesca los cuerpos de las víctimas se alinean en espera de su identificación. El centro médico, en el que se respira un fuerte hedor causado por los cadáveres y los productos químicos, se vio desbordado desde el momento en que se produjo la explosión, que además causó más de 300 heridos y un número indeterminado de desaparecidos.
Sólo Australia habla de más de 200 desaparecidos entre sus nacionales. Los equipos médicos no dan a basto para atender al alto número de indonesios que resultaron heridos de mayor o menor gravedad en el atentado.