Efectivos del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea patrullarán desde hoy, las calles de Río de Janeiro y 150 ciudades más de Brasil para garantizar la tranquilidad de las elecciones de mañana domingo, para las que han sido convocados 115'2 millones de ciudadanos. La movilización de las tropas para reforzar el trabajo de las policías civil y militar es la respuesta de las autoridades a las amenazas de bandas criminales de sabotear los comicios, que serán seguidos «in situ» por representantes de 37 países y tres organismos internacionales.
Mañana será un día decisivo para el país, ya que se elegirá al futuro presidente. Los cuatro principales candidatos a la presidencia de Brasil quemaron todos sus cartuchos en un debate por televisión, a caballo entre el jueves y el viernes, que marcó el final de la campaña para las elecciones. Aunque las últimas encuestas sobre intención de votos muestran para las presidenciales una tendencia bastante sostenida, con el socialista Luiz Inácio Lula da Silva como neto favorito, el candidato Antonhy Garotinho, que pugna por meterse en una eventual segunda vuelta, niega que «el resultado ya esté decidido».
La propensión de los brasileños al «voto útil» puede beneficiar a Lula, como en 1994 y 1998 al actual presidente, Fernando Henrique Cardoso, quien en ambas ocasiones tuvo una intención de voto parecida y acabó elegido a la primera con una holgada mayoría absoluta de sufragios que los sondeos no previeron. En su última aparición de la campaña proselitista gratuita por televisión, Lula se concentró en ese 10 por ciento del electorado que, según las encuestas, decidirá su voto prácticamente frente a la urna electrónica. «Merezco esta oportunidad», le dijo a los indecisos, a quienes llamó «los casi Lula».