Millones de personas desfilaron ayer simultáneamente en La Habana y en toda la isla en una marcha patriótica encabezada por el presidente Fidel Castro, en apoyo a la Revolución socialista y para protestar contra la política de EE UU hacia Cuba. Castro volvió a calzar zapatos deportivos y junto a la plana mayor del Gobierno y el Partido Comunista, así como representantes de las organizaciones sociales del país, abrió la multitudinaria marcha en la avenida habanera de Malecón, frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos.
En el mismo bloque se encontraban algunos familiares de los miembros de la alta dirección del Gobierno, entre ellos, Fidel Castro Díaz-Balart y sus hermanos Antonio y Alejandro Castro Soto del Valle, hijos del presidente cubano. Su hermano Raúl, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), también desfiló en este acto acompañado por los históricos comandantes de la Revolución.
Por los potentes altavoces se escuchaban encendidas consignas revolucionarias, mientras los manifestantes alzaban más las voces y agitaban banderas cubanas según se acercaban a la embajada oficiosa norteamericana en la capital cubana.
«Viva el socialismo. Abajo la mentira. Libertad para los héroes prisioneros del imperio», «Fidel, seguro, a los yanquis dale duro», éstas eran las consignas que gritaban los participantes en el acto masivo, que fue descrito por un locutor de la televisión local como una «jornada de combate sin precedentes en la historia de la revolución cubana».
Los gobiernos de Cuba y EE UU no mantienen relaciones diplomáticas desde 1962, pero desde 1977 tienen instaladas sus Oficinas de Intereses en La Habana y Washington, respectivamente. En uno de los balcones de la sede de la Oficina de Intereses de EE UU se asomó media docena de personas.
La «marcha nacional» había sido convocada por Fidel Castro el lunes en una asamblea extraordinaria de ocho organizaciones sociales de la isla, en apoyo de una «Iniciativa de Modificación Constitucional». La iniciativa fue aprobada en esa reunión como respuesta al discurso pronunciado por el presidente norteamericano, George W. Bush, el 20 de mayo en Miami.