La falta de pasión ha marcado la campaña, que concluyó ayer, para la primera ronda de las Legislativas de mañana, en la que la derecha chiraquiana parte como favorita, aunque la desmovilización del electorado puede crear sorpresas y favorecer a la ultraderecha de Jean-Marie Le Pen. El nivel de participación, la cota de la extrema derecha y el impacto que puede tener el récord de 8.456 candidatos son las grandes incógnitas de estos comicios, en los que 41 millones de franceses están llamados a las urnas para elegir en dos vueltas, el 9 y el 16 de junio, a los 577 diputados de la Asamblea Nacional.
Los últimos sondeos dan la ventaja a la derecha en la primera vuelta y, en la segunda, una holgada mayoría en la cámara, a la vez que muestran a una izquierda debilitada por su fracaso presidencial y con una crisis de liderazgo. «La ausencia de movilización» en la recta final de la primera vuelta es «preocupante» de cara a la participación, señala el director del instituto demoscópico Ipsos, Pierre Giacometti.
Según su colega de Sofres Philippe Méchet, que vaticina un «alto» índice de abstención, «probablemente algo más fuerte» a la izquierda que a la derecha, «los franceses están como agotados» por la enorme movilización vivida entre las dos vueltas de las Presidenciales. En la traumática primera vuelta de las elecciones al Elíseo el pasado 21 de abril, el ultraderechista Le Pen eliminó al primer ministro saliente y socialista Lionel Jospin.
La masiva movilización subsiguiente, animada sobre todo por la anonadada izquierda, transformó la segunda vuelta del 5 de mayo en un referéndum contra la extrema derecha, que dio la reelección por abrumadora mayoría al neogaullista Jacques Chirac. El presidente ha intervenido en persona en la campaña para las Legislativas para pedir a los franceses que le den una mayoría «clara» para aplicar durante cinco años «la política que necesita Francia». Lo que le valió acusaciones de la izquierda de que se comporta como un «jefe de partido», en ver de presidente.