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Arafat, aclamado al salir de su cuartel después de estar confinado 33 días

El líder palestino denuncia la «actitud nazi y los crímenes de guerra» cometidos por Israel

EFE-RAMALA
En el interior del recinto religioso de la ciudad bíblica de Belén murió ayer un miliciano palestino y otros tres fueron heridos por disparos de soldados israelíes, incidente que seguía a los intensos bombardeos lanzados en la madrugada de ayer que provocaron un incendio. Para mediar en las negociaciones con las que se trata de resolver la crisis, el enviado especial del Papa, el cardenal Roger Etchegaray, se encuentra en misión de paz en la zona, pero no pudo visitar ayer la basílica por la negativa de Israel a permitirle el acceso.

El purpurado se entrevistó ayer por la tarde con Arafat en sus oficinas de Ramala durante una media hora, en la que fue la primera visita oficial que recibió el presidente palestino después de que Israel le levantara el asedio. Por su parte, los frailes franciscanos hicieron ayer un «urgente llamamiento a España» para que contribuya a solucionar la crisis de la Basílica de Belén, donde los «religiosos están ya desfalleciendo de hambre y los palestinos se encuentran en una situación aún peor».

Tras recuperar su libertad de movimientos, Arafat declaró que «los cristianos y musulmanes estamos unidos» y condenó de forma enérgica la «actitud nazi y los crímenes de guerra» que ha cometido Israel contra civiles palestinos. Poco después de su indignación inicial, el ánimo de Arafat se tornó más eufórico al comprobar las muestras de solidaridad en la calle, donde un grupo de palestinos lo aclamaba con vítores y un unánime canto: «¡Con nuestro espíritu y nuestra sangre, te redimiremos, oh Arafat!». El presidente de la ANP, de 72 años y que presentaba un aspecto muy deteriorado en su primera aparición pública, destacó que las «actividades bárbaras» llevadas a cabo por el Ejército israelí en su reciente invasión de Cisjordania, se deben a que «los fanáticos que asesinaron a Rabin, están ahora en el poder» en Israel. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, advirtió que si viaja al exterior, Israel se reserva el derecho de impedirle el retorno en caso de que se registren atentados palestinos.

Pero el presidente palestino por el momento no tiene intenciones de viajar al extranjero y tras su liberación se dedicará a visitar las zonas más dañadas por la ofensiva israelí, como el ya simbólico campo de refugiados de Jenín, que calificó como «Jeningrado» en alusión al sangriento sitio que sufrió Stalingrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En todo caso, Arafat deberá acallar las críticas de parte de los grupos opositores en los territorios palestinos antes de salir al extranjero, ya que varias facciones nacionalistas y religiosas, en particular el Frente para la Liberación de Palestina (FPLP), han mostrado su descontento ante el encarcelamiento en la prisión de Jericó de los seis palestinos que Israel requería para juzgarlos.

Para muchos palestinos se trata de una suerte de «claudicación» ante las presiones israelíes y de EE UU, y el Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas) ya ha advertido de nuevos ataques contra objetivos israelíes en los «próximos días y semanas». Mientras, el Ejército israelí detuvo ayer a 112 palestinos durante una incursión en el campamento de refugiados de Al Arub, cerca de Hebrón, en el sur de Cisjordania.

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