Uruguay decidió romper sus relaciones con Cuba por las reacciones poco ortodoxas de La Habana después de que Montevideo impulsara una declaración en la ONU que pide «esfuerzos» a Fidel Castro para mejorar los derechos humanos. Primero fue el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, quien acusó de «serviles a los intereses de Estados Unidos» a Argentina, Costa Rica y Uruguay, lo que motivó que fuera llamado a consultas el embajador del Gobierno de Montevideo en La Habana, el pasado día 7.
Luego, el ministro de Defensa de Cuba, Raúl Castro, tras aprobarse la declaración de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, dijo que «fue a Uruguay al que le tocó la tarea de lamer las botas del imperio». Finalmente, el lunes, el líder cubano, Fidel Castro, detonó la situación en una conferencia de prensa cuando, mientras atacaba a México y a su presidente, Vicente Fox, se refirió al mandatario uruguayo, Jorge Batlle, y a su Gobierno.
Castro definió a Batlle de «trasnochado y abyecto Judas que, asumiendo el inglorioso papel de lacayo que venía desempeñando la República Checa, presentó ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, el engendro contra Cuba concebido y fraguado con Washington por el canciller (mexicano Jorge) Castañeda». El presidente Batlle, en una breve conferencia de prensa, anunció anoche la decisión de romper las relaciones con Cuba porque «el tono de los agravios ha subido».