Orgulloso de protagonizar el hito histórico de ser el primer candidato de la extrema derecha en disputar un duelo por el Elíseo, el antieuropeísta Jean-Marie Le Pen se ve como «David contra el Goliat» en su combate frente al neogaullista Jacques Chirac. En una multitudinaria rueda, Le Pen, de 73 años, anunció que sacará a Francia de la Europa de Maastricht, impulsará la unión de la francofonía y la «demografía francesa», así como una «mano firme en un guante de terciopelo» contra la inseguridad.
Para el candidato 'ultra', las principales conclusiones de la primera vuelta son su «fuerte progresión en todo el territorio», el «desmoronamiento» del Partido Comunista Francés, que calificó de «excelente noticia», y el «descrédito de la clase política» representada por «la banda de los cuatro, liderada por Chirac». Es decir, los partidos de la derecha parlamentaria (el neogaullista RPR, la centroliberal Unión para la Democracia Francesa, y Democracia Liberal), y el Partido Socialista. Denunció la «connivencia» entre Chirac y Jospin durante los últimos cinco años de cohabitación.
Esa «convivencia» se ha sustentado en taparse «los escándalos» político-financieros y en «considerar como tema tabú el aumento de la inmigración», que «si no se para a tiempo terminará por sumergir a nuestro país y hacerlo desaparecer», dijo. Defensor de una «Francia grande y libre», lo primero que hará si conquista el Elíseo será «plantear la cuestión de la recuperación de las libertades francesas y la salida de la Europa de Maastricht». En ese sentido, puntualizó que «soy partidario de la Europa de naciones, de patrias, y un adversario absoluto de la Europa supranacional, federalista» que «quiere llevarnos hacia una estructura informe en la que no se sabe donde están los límites».
Para aplicar su programa, mezcla de medidas ultraliberales y proteccionistas, Le Pen pidió el voto a los «abstencionistas» y a todos los electores en general, y en especial a los comunistas, trostkistas y a quienes apoyaron a la católica Christine Boutin, «que copió el programa del Frente Nacional». Por su parte, el neogaullista Jacques Chirac dijo que Francia está «herida» por la presencia del ultraderechista en la segunda vuelta y afirmó que está en juego «el alma de nuestro país», su «cohesión» y la «unidad de la República». Es «una situación grave» teniendo en cuenta «la idea que nos hacemos» de los derechos humanos, «de Francia», de sus ideales y su «papel en el mundo», dijo Chirac, que, resuelto a no hacer «ninguna concesión» al Frente Nacional, llamó a unirse a los parlamentarios de los tres partidos de la oposición actual de derechas (RPR, UDF y DL) en torno a los «valores esenciales», fundamento del país.