El Gobierno italiano y los sindicatos volverán en breve a dialogar tras la huelga general del martes, pero las posibilidades de un acuerdo permanecen lejanas dadas las posiciones opuestas de ambas partes en relación con la reforma del mercado laboral y a las declaraciones que realizó ayer el primer ministro Silvio Berlusconi en Rumanía.
La huelga de ocho horas fue secundada por cerca del noventa por ciento de los trabajadores por cuenta ajena, según los sindicatos, aunque las organizaciones empresariales redujeron esa cifra al sesenta por ciento y el Ejecutivo optó por no dar números del seguimiento del paro, el primero de esa magnitud en los últimos veinte años.
Tras la huelga, ayer fue el turno del análisis y de evaluar futuros pasos, que se dirigen hacia un próximo encuentro, según la intención expresada por ambas partes. El propio primer ministro, Silvio Berlusconi, señaló ayer, como ya lo hizo el mismo día de la huelga general, que el Gobierno «invita a los agentes sociales a reunirse, a tratar todos los temas que les afectan y se declara disponible a intervenir cuando ellos lo consideren oportuno».
No obstante, Berlusconi insistió en su idea de que la huelga era una iniciativa más política que sindical y lo argumentó en que sólo una mínima parte de los huelguistas conoce verdaderamente las razones de la protesta: «Ocho de cada diez manifestantes desconocían las razones de la huelga general».