Lo único que se oye en el campo de refugiados de Jenín «son los gritos y llantos de los niños entre los bombardeos», dijo en conversación telefónica desde Jenín la refugiada palestina Muhadiha Abo Jelamih, de 53 años. «Los soldados entraron en mi casa. Nos pusieron a todos contra una pared con los brazos detrás de la cabeza. Buscaron por todas las habitaciones. Luego me cogieron a mí y me pusieron una arma sobre mis hombros para utilizarme como escudo humano. Cuando mi hijo salió a defenderme empezaron a disparar contra él. El cuerpo de mi hijo quedó lleno de balas», refirió.
«Después -dijo- me colocaron de nuevo el arma sobre el hombro y me sacaron a la calle y una vez allí dispararon contra varios hombres. Los mataron con el arma sobre mi hombro. Ahora no puedo oír por mi oído izquierdo. Me sangra constantemente porque disparaban por ese lado», aseguró Muhadiha Abo Jelamih. En la calle -continuó la mujer- vi tres cuerpos de mis vecinos en los alrededores de su casa. Vi también a soldados sacándose fotos ante el cadáver de un palestino».
«Y -explicó-, cuando los tanques avanzan por las calles se llevan por delante los cuerpos tendidos en el suelo. Hay muchos heridos en la calle porque no llegan las ambulancias y el avance de los tanques les ha cortado manos, piernas y brazos. Por eso hay muchos muy graves». «Cuando cae la noche lo único que se oye son los llantos y los gritos de los niños entre los bombardeos. Mi nieta de 6 años que antes era muy charlatana y activa, ahora no habla. Vio a su padre morir y a mí ser utilizada como escudo humano», concluyó.