En una ciudad todavía conmocionada por el atentado del miércoles, los presidentes de EE UU, George W. Bush, y Perú, Alejandro Toledo sellaron ayer una renovada cooperación en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, dos fenómenos que en la región andina van a menudo unidos. Bush, quien se convirtió en el primer presidente de EE UU en ejercicio que visita Perú, proclamó a este país «un fuerte aliado» en la guerra contra el terrorismo, y aseguró su colaboración con Toledo para luchar contra la pobreza en este país.
Pero el presidente estadounidense, quien está dirigiendo también su guerra antiterrorista a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), dijo que «no se puede luchar contra la pobreza si hay terrorismo en tu vecindario».
Toledo, por su parte, destacó que el narcotráfico y su vinculación con el terrorismo es un asunto «de seguridad nacional», y recordó el atentado con coche bomba del pasado miércoles, que causó nueve muertos y una treintena de heridos. El presidente peruano negó que la actividad narcoguerrillera de las FARC colombianas se haya extendido al territorio de su país.
«Las evidencias que nosotros tenemos es que no existe ningún traspaso de las FARC al Perú», aseguró, y recordó que ha enviado más fuerzas militares a la frontera con Colombia para prevenir esa posibilidad. Tal como se preveía, Bush no dijo cuándo podría ordenar la reanudación de los vuelos de interdicción del narcotráfico sobre cielo peruano, suspendidos en abril del año pasado después de que un avión militar de Perú guiado por un aparato de inteligencia de EE UU derribó la avioneta de una familia de misioneros estadounidenses y en el que resultaron muertos varios de sus ocupantes.
Bush viajó a Honduras y poco después de llegar se comprometió a acelerar las negociaciones con Centroamérica para la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC), al tiempo que recordó que los países de la región deben adaptar sus leyes económicas a la nueva situación si desean concretar su entrada en un posible TLC.