Los puntos débiles del tupido y complejo sistema de seguridad israelí han sido puestos en evidencia por una proliferación de acciones armadas de diferente naturaleza y en diferentes escenarios. Ayer, cuatro israelíes y tres palestinos fallecieron. Mientras, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, convocó anoche con carácter de urgencia a sus ministros para endurecer las medidas ante la oleada de violencia palestina. Una mujer y dos soldados murieron y otros cuatro israelíes resultaron heridos, dos de ellos gravemente, en el transcurso de una emboscada ocurrida una carretera en la Franja de Gaza. El atacante palestino posteriormente se suicidó.
Por otro lado, un agente de policía israelí falleció como consecuencia de la explosión de un automóvil al que previamente había dado el alto en un control de carretera cercano al asentamiento de Maale Adumim, construido en territorio cisjordano pero que queda incluido dentro del término municipal de la ciudad de Jerusalén. El presunto terrorista falleció por la potente explosión. Asimismo, al menos un palestino resultó muerto al ser alcanzado por disparos israelíes tras infiltrarse anoche en los invernaderos de la colonia judía de Morag, en el sur de la franja de Gaza.
Hastiados por casi diecisiete meses de una espiral de violencia que tiende a reproducirse y parece no tener fin, un grupo de un millar de oficiales del Ejército, la Policía y los servicios de inteligencia, presentó una propuesta llamando a la separación unilateral de los palestinos. El plan del grupo, conocido como Consejo por la Paz y la Seguridad, plantea la retirada completa y desmantelamiento de todos los asentamientos ubicados en la Franja de Gaza. Asimismo, plantea una retirada parcial de Cisjordania y el desmantelamiento de entre cuarenta y cincuenta de los asentamientos situados en este territorio.