La incertidumbre domina a los argentinos por la liberalización del mercado cambiario, anunciada para hoy, tras casi once años de paridad entre el peso y el dólar, mientras el Gobierno reclama ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) para superar la crisis. En la víspera de una jornada en la que se iniciará una nueva era en la economía de este país suramericano, las autoridades advirtieron ayer de que tienen «espaldas» para evitar que la cotización del dólar se dispare por la acción de especuladores.
El portavoz gubernamental, Eduardo Amadeo, intentó tranquilizar a la población al reiterar que la Administración del presidente Eduardo Duhalde «no va a tolerar» subidas desmedidas de precios en alimentos y otros productos básicos.
La apertura del mercado único y libre de cambio concentra todas las expectativas de los argentinos, que viven angustiados por la crisis económica y en los últimos meses han hecho temblar con sus protestas a las instituciones y los dirigentes políticos.
Hoy dejará de existir formalmente la cotización oficial de 1'40 pesos por dólar que el Gobierno había fijado el mes pasado al devaluar un 28'5 por ciento la moneda local y al mismo tiempo desaparecerá por completo la convertibilidad, el sistema que desde abril de 1991 acostumbró a la población a la paridad «uno a uno». Aunque nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá hoy con el valor del billete «verde», los analistas y expertos locales auguran que estará por encima de los 2 pesos, lo que obligará a las autoridades a desprenderse de sus reservas para evitar alzas desmesuradas.
El Gobierno argentino está dispuesto a dar ejemplo de ahorro económico y cerrará 21 embajadas y 13 consulados, entre ellos el de Madrid, para ahorrar alrededor de cinco millones de dólares. Además, se pretende reducir el gasto en otros 35 millones, que surgirá de la venta de inmuebles y activos en el exterior, el ajuste en las cuotas ante los organismos multilaterales y el reordenamiento de partidas.