El primer gran 'cacerolazo' de ciudadanos contra el presidente peronista Eduardo Duhalde y los posteriores destrozos de bancos y tiendas ocurridos en Buenos Aires durante la madrugada del viernes agravan la crisis argentina. La nueva revuelta popular se inició la noche del jueves, cuando miles de ciudadanos salieron a las calles a golpear cacerolas, disgustados por el decreto del Ejecutivo argentino, que posterga hasta 2003 la devolución de todos los depósitos bancarios que superen los 3000 dólares.
Los disturbios comenzaron cuando la mayoría de la gente abandonaba la plaza de Mayo (frente a la Casa de Gobierno). En ese momento, grupos de activistas comenzaron a romper vidrieras y a incendiar sucursales bancarias, restaurantes y confiterías, así como cabinas telefónicas y paradas de autobuses en el centro de la ciudad. La policía detuvo a cuatro jóvenes acusados de robo y con el uso de gases lacrimógenos dispersó a manifestantes que esta madrugada intentaron derribar el vallado instalado en la Plaza de Mayo, ue volvió a convertirse en el epicentro de las protestas.
Unas 6.000 personas se concentraron en el histórico paseo y que hubo alrededor de medio centenar de «cacerolazos» y concentraciones espontáneas en distintos barrios. El «cacerolazo» es el sistema de protesta que forzó el 20 de diciembre a renunciar a Fernando de la Rúa. Diez días después, y tras otro «cacerolazo», dimitió Adolfo Rodríguez Saá.