El peronista Adolfo Rodríguez Saá asumió ayer la Presidencia provisional de Argentina con un discurso de tono populista, el anuncio de la suspensión en los pagos de la deuda exterior, promesas de un millón de puestos de trabajo para los desempleados y planes de alimentación gratuita para los pobres. El hombre que durante los últimos 18 años gobernó en la provincia de San Luis, con cuatro reelecciones, confirmó también la vigencia del esquema de Convertibilidad que desde hace más de diez años mantiene iguales valores para el peso y el dólar estadounidense.
«Los fondos que estaban previstos para el pago de la deuda exterior serán utilizados para planes de creación de fuentes de trabajo y de atención social», dijo el nuevo presidente, quien será reemplazado antes del próximo 5 de abril por un jefe de Estado que será elegido en los comicios convocados para el 3 de marzo. Rodríguez Saá prometió también «máxima austeridad» en la gestión de la administración pública, al punto que ordenó bajar los salarios de los funcionarios hasta un máximo de 3.000 pesos (o dólares) y la venta de los automóviles y los aviones en poder del Gobierno.
El Partido Justicialista (PJ, peronista) vuelve al Gobierno en Argentina después de una reacción popular con manifestaciones de extrema violencia que ocasionaron 28 muertos y forzaron la renuncia de Fernando de la Rúa a la presidencia argentina. La designación del nuevo presidente se concretó después de una maratoniana sesión de la Asamblea Legislativa, por 169 votos contra 138. Los sufragios negativos no estuvieron dirigidos contra el candidato propuesto por el PJ sino contra la convocatoria a elecciones, debido a que los demás partidos preferían un mandato hasta 2003.
El discurso de presentación de Rodríguez Saá se basó en los índices que marcan la crisis social y económica después de casi cuatro años de recesión, un nivel de desempleo del 18'3%, un tercio de la población bajo la línea de pobreza y una deuda pública de 132.000 millones de dólares, de los cuales 79.300 corresponden a endeudamiento exterior. «Lo social es el más grave problema de Argentina, es el desafío que nos presenta el mundo globalizado de nuestro tiempo. El capitalismo, tal cual se nos presenta hoy, no puede dar respuesta al desempleo, la marginación, la exclusión y la pobreza», dijo.