Fernando de la Rúa se despidió ayer de la Presidencia de Argentina con críticas a los peronistas, la derogación del estado de sitio y el respaldo de «amigos» como el ex jefe del Gobierno español Felipe González. De la Rúa dejó oficialmente de ser presidente cinco minutos antes de las 13.00 horas locales, cuando la Asamblea Legislativa de senadores y diputados aceptó su renuncia.
«Creo que el justicialismo (peronismo) cometió un error al precipitar los tiempos y negar el apoyo que con la mayoría parlamentaria podía brindar para la continuidad institucional, pero de este modo resolvieron ejercer su poder», afirmó De la Rúa. Este reproche a la negativa que recibió del Partido Justicialista (PJ), principal de oposición, para formar un gobierno de «unidad nacional», lo que no le dejó otra alternativa que la renuncia, le valió inmediatamente críticas de dirigentes peronistas.
Al contrario que el jueves, De la Rúa llegó ayer temprano a la Casa Rosada, donde la prensa le entrevistó al entrar y al salir dos horas y media más tarde. Su última audiencia como jefe del Estado fue con Felipe González, quien acudió a la Casa Rosada sin que se hubiera informado de que se encontraba en Argentina. González dijo que había conversado con De la Rúa y otros dirigentes políticos que no indicó de «la situación que existe en el país».
Mientras, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, mantuvo ayer una conversación telefónica con De la Rúa y con el presidente interino, Ramón Puerta, a quienes animó a actuar con «unidad y rapidez» en la solución de la crisis, tras reiterar el total apoyo de España a Argentina. Para terminar, señalar que el ánimo de los inversores españoles por adquirir acciones a bajo precio y la fuerte corriente alcista que predominó entre las principales plazas europeas, fueron motivo suficiente para que la crisis argentina redujese ayer su impacto negativo sobre el mercado español, que recuperó un 0'63 por ciento.