Como una sombra oscura que emerge del pasado trágico más reciente, el fantasma del fatídico día del 11 de septiembre emergió en el día de ayer en Nueva York dos meses y un día después del ataque terrorista contra EE UU. Por unas horas, la urbe de Nueva York se estremeció de miedo ante la posibilidad de que el avión de la American Airlines que se había estrellado en Queens fuera el resultado de un nuevo ataque terrorista contra Estados Unidos.
«Oh, Dios mío. Oh, Dios mío», fue lo primero que pensó el alcalde de Nueva York, Rudoph Giuliani, cuando fue informado de que un avión con 255 personas a bordo se había estrellado en un residencial barrio de Nueva York, según declaró él mismo a una televisión local, antes de añadir: «somos sensibles, somos conscientes de lo que ha pasado antes.» El alcalde reflejaba así el temor que sintió todo Nueva York, un nuevo 11 de septiembre, cuando al despertar la ciudad dos aviones eran lanzados contra las Torres Gemelas y se iniciaba una pesadilla que sacudió todo el país.
Las informaciones también se parecían a las de hace dos meses: uno de los aviones era de la compañía American Airlines y la hora era aproximadamente la misma. La cadena de televisión CNN recurrió inmediatamente a las imágenes de archivo para recordar las escenas de dos aviones que se estrellan contra las Torres Gemelas y al derrumbarse sepultaban a más de cinco mil personas, mientras sus reporteros preguntaban una y otra vez a testigos y autoridades «¿ha sido un atentado?» Y al igual que aquel día, los teléfonos móviles empezaron a sonar y pedían información de lo que sucedía o daban señales de vida y preguntaban dónde estaban los seres queridos.
Muchos neoyorquinos caminaban con miedo tras conocer la noticia con la vista levantada al cielo intentando atisbar un aparato que fuera rumbo a algún rascacielos conocido de la ciudad. Pero en su lugar lo que veían eran los cazas de guerra, que poco después comenzaron a sobrevolar la ciudad para prevenir precisamente un ataque terrorista. Giuliani lanzó una alerta máxima y cerró, al igual que hizo el 11 de septiembre, los túneles y los puentes que dan acceso a la ciudad, mientras en las avenidas y las calles se formaba un gran atasco. Por otro lado, ayer se conoció que el barrio de Belle Harbour, en el distrito neororkino de Queens, donde se estrelló el avión de American Airlines con 255 pasajeros a bordo, es una zona residencial de clase media baja donde residen unos 400 bomberos, que perdieron a 75 de sus miembros en las labores de rescate de World Trade Center.