Las autoridades de Pakistán exigieron ayer a la embajada afgana que cierre el consulado de la ciudad sureña de Karachi, la capital económica paquistaní, según reconoció el portavoz del Ministerio de Exteriores, Aziz Ahmed Jan, que rehusó precisar las razones de esa decisión. El portavoz de Exteriores precisó, sin embargo, que los consulados de las ciudades de Quetta y Peshawar, ambas cerca de la frontera afgana, siguen abiertos, así como la embajada en Islamabad.
El cierre del consulado afgano, que será «inmediato» y obligará a todo su personal a volver a Afganistán, se produce tras la prohibición hecha al embajador afgano, Abdul Salam Zaeef, de ofrecer ruedas de prensa en la legación diplomática. El portavoz justificó esa prohibición en el hecho de que, con esas comparecencias, se estaba «violando la ley con respecto a terceros países», ya que se utilizaban para atacar a Estados Unidos.
Al menos 1.500 paquistaníes cruzaron ayer la frontera con Afganistán para combatir junto a los talibán, según uno de los principales partidos islámicos. Los voluntarios, en su mayoría provistos de armas de fuego, cruzaron la frontera por el paso de Ghaki, situado en la provincia Noroeste, y estaban apoyados por un convoy formado por una veintena de vehículos cargados de provisiones.
El jefe de organización de la formación islámica Tehrik Niface Sahriat Mohammadi, Fazlullah Sufi, indicó que el grupo de voluntarios forma parte de los alrededor de 12.000 que su partido ha enviado a Afganistán desde el pasado 1 de noviembre. El Gobierno de Pakistán se opone a que sus ciudadanos entren ilegalmente en Afganistán, aunque admite que tiene dificultades para controlar los 2.500 kilómetros de frontera común. Las fuerzas del régimen talibán están integradas por unos 40.000 hombres, de los que entre 5.000 y 10.000 proceden de la filas de la organización Al Qaeda, que lidera Bin Laden y que está formada por militantes extremistas de diversos países musulmanes.