Miles de refugiados afganos entraron ayer en Pakistán por el puesto fronterizo de Chaman, en el suroeste del país, según indicaron algunos testigos. La mayoría son mujeres y niños, mientras que otros miles de afganos se encuentran bloqueados al otro lado de la frontera, ante la imposibilidad de entrar en Pakistán debido al refuerzo de las medidas paquistaníes destinadas a impedir la afluencia de refugiados. Según otros testigos, hasta 10.000 refugiados se encuentran bloqueados en el lado afgano de la frontera. Un representante del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) declaró que no tiene datos para confirmar las cifras.
Las organizaciones de la ONU en Afganistán denunciaron un número creciente de ataques y saqueos, informó ayer sábado en Islamabad el portavoz de Naciones Unidas, Antonio Donino. «Hay cada vez menos y menos contactos con los empleados» locales en Afganistán, dijo el portavoz y agregó que oficinas de la ONU y organizaciones humanitarias «fueron tomadas, el material secuestrado y los empleados golpeados». Donino precisó que el viernes «hombres armados irrumpieron en una oficina de la ONU en Kabul, golpearon al guardia y se llevaron el jeep».
Por otra Amnistía Internacional (AI) dirigió una carta al presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, para expresarle su preocupación por los planes de abrir campos de refugiados en áreas tribales, lo que «entrañará problemas para los trabajadores humanitarios, para los propios refugiados, las comunidades locales y los observadores foráneos», afirman.
«Los planes de abrir campos de refugiados contribuirán en cierta medida a proteger a quienes huyen de los ataques liderados por Estados Unidos contra Afganistán. Sin embargo, ubicar estos campos en zonas tribales entrañará problemas», señaló la organización.