Un viento de guerra barrió ayer Afganistán de norte a sur con el ataque opositor a Mazar i Sharif, deserciones masivas en las filas integristas de las tribus septentrionales y el atrincheramiento talibán en el sur del país. Cerca de 10.000 miembros de las tribus del norte están listos para abandonar las filas talibán e integrarse en la ofensiva que la oposición prepara contra Kabul y los bastiones integristas del norte de Afganistán, confirmó la resistencia afgana en Dushambé.
Representantes del depuesto presidente afgano, Burhanuddin Rabbaní, líder político de la opositora Alianza del Norte, indicó que ésta prepara «una masiva ofensiva» contra Kabul «coordinada» con Estados Unidos. Estas noticias coincidieron con el anuncio por parte de Rusia de que finalmente envió los suplementos de armas y municiones que desde hace semanas le requería la Alianza del Norte y los jefes militares que la apoyan para consolidar sus avances sobre territorio talibán. «En dos meses puede concluir todo», indicaron fuentes de la dirección de la Alianza en la capital tayika.
La espera de un bombardeo estadounidense y las tormentas de arena pararon muchos de los combates en la provincia de Tajar, pero en la también septentrional de Balj, algo más al oeste, los opositores no dejaron de presionar en esta confluencia de tres países. En Balj, fronteriza con Uzbekistán y Tayikistán, las tropas del general Rashid Dostum atacaron con renovada fuerza la ciudad de Mazar i Sharif, esta vez con la esperanza de que finalmente lleguen todas las armas rusas e iraníes prometidas.
Con esta ayuda, la Alianza podría desalojar a los artilleros talibán que dominan las alturas en torno al importante aeródromo de Bagram, en manos opositoras a pocos kilómetros de la capital afgana. Quien domine Bagram y las elevaciones que lo rodean tiene ganadas ya las puertas de Kabul. A esta actividad de la Alianza y sus amigos entre los «señores de la guerra» afganos, el régimen talibán ha respondido con acciones semejantes y las deserciones las compensó con levas también masivas incluso en mezquitas y escuelas coránicas del este del país. A la llamada a la guerra santa efectuada por el 'tuerto' Mohamed Omar, como llaman sus enemigos al líder talibán, los dirigentes integristas respondieron con 6.600 voluntarios enviados a Kabul y frenéticos viajes a las provincias leales.