Ocho palestinos, entre ellos un niño de 10 años, murieron ayer en los incidentes con soldados israelíes en varios puntos de Cisjordania y Gaza en el primer aniversario de la polémica visita de Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, que desencadenó al día siguiente la Intifada de Al Aqsa. Por lo menos 125 palestinos fueron heridos, entre ellos algunos milicianos armados que se enfrentaron a los soldados israelíes, y otros manifestantes que les tiraban piedras y a quienes los militares respondieron con balas reales o de acero recubiertas de caucho.
Paralelamente a los incidentes, responsables de seguridad de ambas partes, reunidos en Tel Aviv, acordaron una serie de «medidas de confianza» para facilitar el mantenimiento de la tregua acordada el miércoles pasado entre el líder palestino, Yaser Arafat, y el ministro de Exteriores israelí, Simon Peres. En la Ciudad Vieja de Jerusalén, con un fuerte despliegue de la policía israelí, el muftí de la Ciudad Santa, Ikrema Sabri, llamó a seguir la Intifada hasta terminar con la ocupación israelí, ante unos 10.000 fieles, todos mayores de 40 años por las restricciones israelíes. En varios puntos hubo enfrentamientos armados entre milicianos palestinos y soldados, especialmente en Hebrón, Belén y en Gaza. En el pueblo de Dani Nam, al sur de Hebrón, el niño Mohamed Ataraila, de 10 años, fue alcanzado mortalmente por disparos de soldados israelíes.
Con las ocho víctimas de ayer son ya catorce los palestinos muertos desde la reunión de Arafat y Peres. Pasadas menos de 24 horas de esa reunión, el Ejército israelí entró en el campo de refugiados de Rafah con tanques y excavadoras, una incursión que ha sido criticada por Estados Unidos, que la calificó de acción «provocativa» y denunció la demolición de casas. Por su parte, la organización radical palestina Yihad Islámica amenazó ayer a EE UU con nuevos atentados en caso de que haya ataques militares contra Afganistán o Irak.