La tensión aumenta. Mientras que los talibán aseguran que Usama Bin Laden ha desaparecido y que han perdido su pista, EE UU mantiene sus planes de ataque e insiste en que debe ser entregado.
Los talibán afganos se colocaron ayer en una situación aún mucho más delicada, al asegurar oficialmente que han perdido la pista del multimillonario de origen saudí, al que EE UU reclama por los atentados del pasado 11 de septiembre. Si el objetivo del mensaje era ganar tiempo, la maniobra no ha tenido ningún efecto, ya que Washington respondió inmediatamente que la noticia de la desaparición del terrorista no cambia en absoluto sus planes de represalias. Por si quedaba alguna duda, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, subrayó que Bin Laden «no actuó solo» y acusó a los talibán de estar escondiéndole.
El portavoz del régimen talibán, Abul Hai Mutmaen, aseguró que hasta ahora no se ha podido entregar a Bin Laden el edicto adoptado el pasado jueves por el Consejo de los Ulema, en el que se le instaba a abandonar el país «voluntariamente».
El periódico paquistaní «The News» publicaba que el multimillonario abandonó Afganistán el lunes, antes de la reunión del Consejo de teólogos de Kabul que iba a decidir su suerte.
La declaración del régimen talibán no parece haber convencido a EE UU, que amenaza con bombardear Afganistán si Bin Laden no es entregado para su juicio por los atentados de Nueva York y Washington. La consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, se mostró ayer escéptica respecto a la supuesta «pérdida» de Bin Laden. «No nos lo creemos». «Los talibán tienen que empezar a comprender que tienen que elegir: entregar a Bin Laden o enfrentarse a la cólera internacional», añadió la consejera presidencial.