Bert Haase vive en Cala Pi (Llucmajor) desde hace seis años y desde el pasado martes las barras y estrellas de la bandera estadounidense están en la fachada de su domicilio: «Cuando vi las primeras imágenes pensé que se trataba de alguna película de Hollywood, pero al oir los comentarios y ver que era realidad me dije: Esto no puede ser. Me enfadé mucho y luego le pedí a mi esposa que buscara la bandera de EE UU que tenía guardada». Haase no puede reprimir las lágrimas cuando recuerda el devastador atentado de Nueva York.
Nacido en 1935 en una pequeña aldea cercana a Detroit, este ingeniero electrónico ya jubilado dice que ahora el mundo «necesita unidad». «No sólo me afecta a mí o a EE UU. Este ataque toca a todo el mundo, 28 países tenían oficinas en las Torres Gemelas», argumenta. Con los ojos humedecidos, no duda en afirmar que «los responsables deben pagar fuerte». «Por el momento hay que contenerse. En EE UU hay un estado de shock, ahora hay que analizar, pensar y razonar para luego ponerse en marcha. Lo cierto es que (los autores) han abierto una caja y ahora no hay que parar hasta cerrarla».
Bush, en su cuarta comparecencia ante los medios de comunicación, habló por primera vez de clima de guerra. «Creo en mi presidente y la OTAN y muchos otros países le apoyan», asegura este ciudadano estadounidense que llegó por primera vez a Mallorca en 1976 para trabajar en el equipamiento electrónico e informático de la base aérea del Puig Major. Ese mismo año conoció a la palmesana Maria Antònia Cortès, con quien se casó unos años después en Ohio.
Bert, a quien algunos vecinos llaman Leroy Bert por su afición al bricolage y a quien recurren para pedir prestada alguna herramienta, apunta que sus padres les enseñaron a decir «por favor y gracias desde bien niño». «A éstos (los terroristas) les han enseñado a matar, por lo que tienen que pagar ellos y sus familiares. Son locos. Nadie en su juicio hace una matanza así de civiles», explica con energía, sentado en su butaca.