EE UU busca en Pakistán su plataforma de ataque contra el líder integrista Osama Bin Laden, principal sospechoso del ataque terrorista contra Nueva York y Washington. Pakistán está sometido a la presión de Estados Unidos para que colabore con el Gobierno, al tratarse del país vecino clave de Afganistán, donde vive refugiado el disidente saudí.
La embajadora de EE UU en Islamabad, Wendy Chamberlin, se entrevistó ayer con el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, el principal aliado de los talibán, para plantearle el tipo de asistencia que Washington esperaba de su gobierno. Oficiales estadounidenses rehusaron comentar los asuntos tratados y sólo dijeron que ambos hablaron de las líneas maestras generales trazadas por el Secretario de Estado, Colin Powell, quien planea que Pakistán sea la base de operaciones para lanzar ofensiva para cazar a Bin Laden.
El secretario de Estado destacó la importancia que EE UU atribuye a la colaboración de Pakistán al afirmar que «mientras reunimos información y fijamos la atención en posibles fuentes del ataque, sería oportuno subrayar que esperamos completa cooperación, su ayuda y apoyo (de Pakistán) en las investigaciones». Uno de los objetivos de Washington, según los analistas, es que Pakistán presione a los Talibán -la milicia integrista islámica que controla el 90 por ciento de Afganistán incluida la capital Kabul-, para que entreguen a Bin Laden, al que ese país da refugio.
Estados Unidos ofrece 5 millones de dólares en recompensa por la cabeza del disidente saudí, para juzgarle también por los atentados contra sus embajadas en Africa en 1998 en los que murieron 224 personas. La ONU impuso sanciones sobre Afganistán para forzar a su gobierno integrista a entregar a Bin Laden, pero los talibanes se negaron a extraditarlo alegando que era un invitado del pueblo afgano y que EE UU nunca presentó pruebas acreditativas de que fuera un terrorista.