Los peores presagios se ciernen sobre una cita que, desde sus trabajos preparatorios, estuvo envuelta en las polémicas y los enfrentamientos, pese a que la ONU pretendiera con su convocatoria reanudar una dinámica de encuentros que tuvo que suspender hace casi dos décadas por su falta de resultados. Después de que el secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, desistiera de acudir a Durban por temor a que la conferencia se convirtiera en un foro antiisraelí, el abandono de la reunión por parte de la delegación de bajo nivel que representaba a las autoridades de Washington era prácticamente desde el domingo un «secreto a voces».
Según fuentes cercanas a la conferencia, la retirada estadounidense ha sido propiciada por la declaración adoptada el domingo por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que participan en el encuentro y en la que acusaban a Israel de «genocidio» y de haber instaurado un régimen de «apartheid» o segregación racial. Aunque fue adoptado con el rechazo de algunas de las ONG más conocidas y respetadas -como Amnistía Internacional y el Observatorio de los Derechos Humanos- y no era vinculante, el documento dio renovados argumentos a los países musulmanes para defender la posición palestina en el ámbito intergubernamental de la conferencia.
Fuentes de la delegación israelí dijeron que la decisión de Washington y Jerusalén se produjo después de que Egipto se negara a aceptar ayer que en la resolución final no se calificara al Estado judío de «racista», e Irán rechazara aludir en la declaración al «anti-semitismo», por considerarlo un fenómeno del «pasado». En las primeras reacciones a las retiradas -a las que podría añadirse la de Canadá-, Sudáfrica las calificaba de «innecesarias», mientras que la alta comisaria de la ONU para los Derechos Humanos, Mary Robinson, hacía votos por la continuación con normalidad de la conferencia.
El foro, que a pesar de haber estado dominado desde su inicio por el conflicto palestino-israelí, ha motivado muchas otras controversias. Poco antes del anuncio del abandono de EE UU e Israel, la Premio Nobel de la Paz guatemalteca, Rigoberta Menchú, amenazaba con una retirada también de los líderes indígenas que participan en la reunión, si en el borrador de la declaración final no se suprimen pasajes que, según la activista, «niegan los derechos» de las minorías étnicas.