Intensas gestiones internacionales, entre ellas del secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, que habló por teléfono con Arafat, y especialmente del enviado de la UE, Miguel Angel Moratinos, que lleva dos días haciendo de puente entre el presidente palestino y el ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, consiguieron ayer ese acuerdo cuya supervivencia está en peligro. Peres confirmó en un comunicado oficial que «existe, en principio, un entendimiento sobre el cese del fuego contra Jerusalén» (en referencia al asentamiento de Guiló, que Israel considera parte de la ciudad).
La confirmación israelí de un acuerdo se produjo después de que la ANP anunciara que Yaser Arafat había aceptado y ordenado «un alto el fuego en Beit Jala, con la presencia de observadores europeos» para supervisar la retirada militar israelí de esa localidad. El ministro palestino de Información, Yaser Abed Rabo, dijo en un comunicado oficial que «según lo acordado, con la supervisión de la UE el Ejército israelí debía comenzar a salir a las 20.00 horas (17.00 GMT)» de Beit Jala.
Sin embargo, el ministro de Defensa israelí, Benjamín Ben Eliezer, anunció que había ordenado a sus tropas «permanecer aún esta noche (por ayer) en Beit Jala» y fuentes de seguridad israelíes confirmaron este extremo. Al anochecer, disparos esporádicos volvieron a reanudarse hacia Guiló, mientras en el propio pueblo de Beit Jala se enfrentaban las fuerzas israelíes y los milicianos palestinos.
Arafat y Peres hablaron ayer tres veces por teléfono para acordar el alto el fuego y la retirada israelí de Beit Jala, un pueblo de mayoría de población cristiana situado a cinco kilómetros de Jerusalén, junto a Belén. Peres manifestó anoche que esperaba que los disparos contra Guiló cesen durante la noche y «podamos retirarnos». Durante la mañana se registraron fuertes combates entre las fuerzas israelíes y los milicianos palestinos en Beit Jala y en el vecino campo de refugiados de Aida, con el empleo de tanques por parte israelí, y fuentes palestinas informaron de que hubo al menos 30 heridos desde la invasión.