Los brazos armados de todas las organizaciones que participan en la resistencia contra la ocupación militar israelí y en la «intifada», que ayer cumplió once meses, juran que lo vengarán. Ali Mustafá, asesinado por Israel el lunes fue durante décadas el «cerebro» organizador de los cuadros del FPLP, aunque menos conocido que su ex jefe, George Habash, enfermo de cáncer y exiliado en Siria. Según Israel, Ali Mustafá estuvo implicado en numerosos y sangrientos ataques contra objetivos de Israel. El FPLP forma parte de las organizaciones palestinas que, como las islámicas, se oponen a los acuerdos de Oslo (1993) para negociar la paz con Israel, y por tanto, a la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Pese a ello, el presidente de la ANP, Yaser Arafat, convirtió ayer su despacho de Gaza en una suerte de capilla ardiente y recibió a personalidades de todos los sectores para mostrar sus condolencias. Un sondeo difundido ayer por el Centro Palestino de Opinión Pública indica que el 81 por ciento de los palestinos está a favor de los ataques suicidas contra Israel mientras ese país mantenga el bloqueo a los habitantes de Cisjordania y Gaza, y siga cometiendo «asesinatos selectivos», como el de Ali Mustafá.
Al bloqueo se añadió la pasada madrugada la invasión por las fuerzas militares israelíes del pueblo palestino de Bet Yala, bajo control de la ANP, la mayoría de cuyos 18.000 habitantes evacuaron sus hogares. El jefe de operaciones israelí, coronel Isaac Guershon, dijo que no sabe por cuánto tiempo permanecerán sus tropas en el pueblo, aunque indicó que «hasta asegurarnos de que no vuelven a disparar contra Guiló», el barrio-asentamiento judío del sur de Jerusalén.
Por otro lado, un funcionario de la ANP dijo en Gaza que «con el entierro de Abu Ali Mustafá el Gobierno de Ariel Sharón enterró ayer la última posibilidad de salvar el proceso de paz». A pesar de que el Ejército israelí advirtió recientemente de que reocuparía las colinas de la ciudad dividida de Hebrón si los francotiradores palestinos continúan disparando contra los asentamientos judíos ubicados en el casco antiguo, los enfrentamientos armados volvieron a rebrotar.