Una serie de errores, desde la falta de entendimiento en el lenguaje a la congestión de los sistemas de comunicaciones, llevaron a las Fuerzas Aéreas de Perú (FAP) a derribar en abril un avión civil de EE UU, según la transcripción de las conversaciones entre los participantes en esa operación. EE UU publicó ayer los resultados de la investigación conjunta con Perú sobre ese incidente, ocurrido el pasado 20 de abril, en el que viajaban cinco estadounidenses, dos de los cuales murieron al confundir la fuerza aérea peruana el avión que les transportaba con uno de narcotraficantes.
Un avión A-37 de las FAP derribó una avioneta Cessna de un
motor, pilotada por Kevin Donaldson, que transportaba a James y
Veronica Bowers y a sus dos hijos, Cory y Charity, desde Iquitos
(Perú) a Leticia (Colombia) para registrar a su hija en el
consulado. En ese incidente murió Verónica Bowers y su hija
adoptada de 7 meses, mientras que el piloto sufrió graves
heridas.
El secretario de Estado adjunto para la Lucha Antidrogas, Rand
Beers, explicó los resultados de esa investigación, en la que EE UU
no responsabiliza a nadie de lo sucedido aunque sí concluye que los
responsables de ese programa han permitido que sus procedimientos
«se hayan erosionado desde 1994». En la práctica, «los
procedimientos actuales para determinar si un avión es utilizado o
no por narcotraficantes son menos explícitos ahora que hace siete
años», dijo Beers, que ha dirigido ese informe junto al general
peruano Jorge Kisic Wagner.
Durante la presentación de las conclusiones, se exhibió un vídeo de 50 minutos sobre el incidente, que fue grabado desde el avión estadounidense que participó en la operación. Tras el incidente, EE UU suspendió temporalmente las operaciones de interceptación aérea de narcotraficantes en Perú y Colombia y, según Beers, «todavía no se ha decidido cuándo se reanudarán».