Los blancos de este nuevo ataque aéreo, el segundo en los últimos cuatro días, fueron una comisaría y una academia de Policía al este de la ciudad de Gaza, donde los palestinos fabricaban proyectiles de mortero, según un comunicado oficial que el Ejército israelí difundió poco después del bombardeo. Helicópteros israelíes también destruyeron el sábado, en Gaza, una planta de fabricación de proyectiles de mortero. Dos palestinos resultaron heridos en el ataque de ayer, en el que según testigos presenciales, tomaron parte dos helicópteros. Previamente, la jornada de violencia comenzó con el misterioso estallido de un depósito de explosivos en Cisjordania, en la que murieron seis militantes de Al Fatah, un hecho del que los palestinos responsabilizaron a Israel. Fuentes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) informaron de que varios edificios del que hasta hace unos meses era el cuartel general de la Policía Palestina en la franja de Gaza, al mando de Razi Jabaly, fueron destruidos por los cinco cohetes que dispararon los helicópteros.
Los inmuebles estaban vacíos desde hacía dos meses, cuando cazabombarderos israelíes F-16 atacaron ese lugar el pasado 23 de mayo. El Ejército israelí agrega que el ataque de ayer es la represalia al lanzamiento de varios proyectiles de mortero, en la madrugada del domingo al lunes, contra el vecino asentamiento judío de Kfar Darom, que hirió a una niña de siete años. Este nuevo ataque israelí es parte de la política de «golpe por golpe» adoptada recientemente por el Gobierno del primer ministro Ariel Sharón, como parte de la «defensa activa» al entrar en su décimo mes el alzamiento o «intifada» de los palestinos en Gaza y Cisjordania. Asimismo, coincide con momentos de psicosis en Jerusalén por el temor a nuevos atentados por parte de grupos palestinos interesados en trasladar la «intifada» al lugar donde comenzó, aseguran los organismos de seguridad de este país.
«Hay intentos concretos (por parte de los palestinos) de introducir a Jerusalén en la ola de violencia», aseguró hoy el jefe de la Policía de ese distrito, comisario Micky Levy. Según el comisario israelí, los primeros indicios se pudieron apreciar ayer en los disturbios en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén o Monte del Templo para los judíos, donde resultaron heridos decenas de palestinos y 15 policías israelíes. Horas después un coche bomba explotó en un edificio residencial en un barrio judío fuera de los límites de la «Línea verde», la frontera invisible que separa Israel de Cisjordania.
«Las intenciones palestinas (de que Jerusalén se convierta en escenario de enfrentamientos) se aprecian también en el número de atentados durante los últimos seis meses: 8 artefactos, 1 ataque suicida y 7 coches-bomba», agregó el comisario israelí. A esa «lista negra» se agregó ayer una explosión de poca potencia en un supermercado de la ciudad, donde estalló una lata de cerveza que contenía material explosivo. El estado de psicosis en Jerusalén, y también en otras ciudades israelíes, ha llegado a tal nivel que un simple estruendo generó ayer el pánico entre la población y «disparó» el despliegue de los servicios de emergencia, antes siquiera de confirmarse los hechos.