El Banco Central Europeo (BCE) fijó ayer su cambio oficial del euro en 0'8585 dólares, es decir, un 'billete verde' cuesta casi 194 pesetas. No obstante a últimas horas de ayer la moneda única conseguía afianzarse ligeramente y recuperaba los 86 centavos de dólar. Las noticias de una ralentización económica y de un aumento de la inflación al mismo tiempo en Alemania y Francia, principales economías de la zona euro, provocaron el descalabro de la moneda única. La debilidad del euro se acentuó por la buena posición del dólar y la mala situación de la economía alemana, de la que ayer se conocía un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en el primer trimestre del año de tan sólo el 1'6 por ciento, el valor más bajo desde el tercer trimestre de 1999. Además, la Oficina Federal de Estadística pronosticaba que el índice de inflación para mayo ascenderá al 3'5 por ciento, la mayor cifra desde diciembre de 1993.
Lo cierto es que el euro se ha convertido en una víctima de las crecientes presiones inflacionistas y de la ralentización del crecimiento económico en la zona euro y ha acusado una fuerte depreciación frente al dólar y el yen. Sin embargo, no sólo se trata de la debilidad del euro, sino de la fortaleza del dólar, que se mueve ahora al amparo de una supuesta recuperación económica en Estados Unidos, aún por confirmar. Fuentes del sector recuerdan, además, que el 'billete verde' también se beneficia del modelo económico según el cual esta moneda se aprecia un 20 por ciento cuando se dobla el precio del petróleo.
Ahora, la moneda única ha vuelto a los valores mínimos del último otoño, que obligaron al Banco Central Europeo (BCE) a hacer varias intervenciones en los mercados de divisas, tanto concertadas con otros bancos centrales como en solitario. Los datos macroeconómicos negativos en Italia y Francia y, sobre todo, en Alemania, han acentuado la ya tendencia bajista de la eurodivisa respecto al dólar. Europa da ahora la impresión de haberse contagiado de los temores de una recesión, que pendían sobre EE UU hace sólo unos meses.
Por un lado, deben tratar de contener las presiones inflacionistas, que continuarán en los próximos meses por encima del tope del 2 por ciento que fija la entidad y, por otro lado, deben tomar medidas que estimulen el crecimiento económico, como una reducción de los tipos. En las circunstancias actuales, el banco emisor ha optado por esperar, posiblemente hasta entrado el verano, para abaratar los créditos y tampoco parece inclinado a intervenir en los mercados de divisas mediante la compra de euros para fortalecer su cotización.