El Ejército israelí bombardeó con misiles tierra-tierra objetivos oficiales palestinos en la ciudad autónoma de Gaza ayer en medio de una violencia que va en aumento y que todos los días se cobra vidas humanas. El bombardeo -en el que murió un palestinos y unos veinte resultaron heridos- fue lanzado contra tres objetivos en el corazón de la ciudad de Gaza: el de los cuarteles generales de la Seguridad Nacional y de la Policía, y el de las oficinas del movimiento Al-Fatah. Algunos de los misiles dieron en el blanco en el Edificio Asaraya, en el centro de Gaza y en el que se concentran los cuarteles generales de varios organismos de seguridad palestinos, y otros en la oficina principal de Al-Fatah situado en el barrio residencial de Rimal.
El bombardeo del Ejército de Israel se produjo, algunas horas después de que murieran dos obreros rumanos contratados por israelíes al estallar una carga explosiva colocada por palestinos en el centro de la franja de Gaza. El coche bomba iba dirigido a colonos hebreos, pero murieron los dos rumanos. La colonia de rumanos cristianos crece en Israel desde mediados de los años ochenta, y es utilizada para sustituir a los trabajadores palestinos.
Poco después, el portavoz del líder palestino Yaser Arafat, Nabil Abu Rudaina, afirmó que el bombardeo a Gaza «es una grave escalada de la violencia y una guerra que ha lanzado Israel contra la dirección y el pueblo palestinos». El portavoz de Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y líder de Al-Fatah, añadió que «el pueblo palestino continuará su lucha hasta llegar a Jerusalén y a sus lugares santos».
Por su parte, el primer ministro israelí, Ariel Sharón, dijo que el bombardeo a la zona de Gaza «forma parte de una batalla en la que está y estará envuelto Israel hasta que se recupere la seguridad y acabe el terrorismo». Sharón añadió que «en esta batalla hace falta mucha paciencia, un largo aliento y una gran determinación, pero al final Israel vencerá».