La decisión de permitir a los familiares y supervivientes del atentado de Oklahoma de asistir por circuito cerrado a la ejecución de McVeigh el próximo 16 de mayo ha originado ya las primeras críticas en Estados Unidos entre algunos de los afectados, pues creen que el acusado tratará de «reabrir las heridas» al pronunciar sus últimas palabras antes de ser ejecutado con una inyección letal, tal y como mencionan diversos medios estadounidenses.
En el atentado con bomba de Oklahoma, en 1995, perdieron la vida 168 personas. La decisión de autorizar la retransmisión por circuito cerrado fue anunciada ayer por el fiscal general estadounidense, John Ashcroft, que explicó que dado el número de afectados en este caso se permitirá la entrada al circuito cerrado a un total de diez testigos, entre familiares y víctimas.
Mcveigh será ejecutado en la prisión de Terra Haute (Indiana) y será la primera ejecución federal que se llevará a cabo en Estados Unidos desde 1963. La decisión de Ashcroft fue anunciada el jueves después de que éste mantuviera un encuentro con más de cien supervivientes y familiares en la Ciudad de Oklahoma, donde fue cometido el atentado, donde muchos de ellos expresaron su deseo de estar presentes en la ejecución de McVeigh.
Las voces en contra de la retransmisión de la ejecución se han levantado en todo Estados Unidos. El debate está en la calle. La gran mayoría de los americanos se encuentran a favor de la ejecución, pero así de la retransmisión de la pena. Sin embargo, la visión del fiscal general estadounidense, John Ashcroft, parece firme. Salvo que en las últimas horas la opinión pública no haga cambiar al fiscal general, la retransmisión se realizará.