La policía ucraniana levantó ayer a la fuerza un campamento de opositores en el centro de Kíev y arrestó a 40 activistas de la campaña que exige la dimisión del presidente Leonid Kuchma, a quien acusan del secuestro y asesinato de un periodista. Un ejército de policías, agentes judiciales y funcionarios públicos cumplieron a rajatabla las amenazas hechas hace unos días por el propio presidente: «los grupos políticos destructivos serán repelidos», en referencia a la campaña «Ucrania sin Kuchma».
A patadas y pisando las banderas nacionales que portaban los manifestantes, los policías apenas tardaron 20 minutos en desmantelar la llamada «zona libre de Kuchma» de 55 tiendas de campaña instaladas junto a la Plaza de la Independencia. La calle Kreschatik, que desemboca en la céntrica plaza, pronto se llenó con los restos de carteles y panfletos en los que los manifestantes pedían el fin de la «dictadura» de Kuchma desde que plantaron su campamento a mediados de diciembre pasado.
Medios de prensa han vaticinado disturbios en Ucrania y la reproducción de los sucesos de octubre de 1993 en Moscú, que acabaron con el bombardeo del Parlamento por orden del entonces presidente ruso, Borís Yeltsin. Otros comparan la situación con la «insurrección popular» de Belgrado en octubre pasado.
La alarma creció entre la oposición cuando el presidente ucraniano calificó hace unos días el movimiento «Ucrania sin Kuchma» de «amenaza para la seguridad nacional» y «campaña política sin precedentes con atributos de guerra psicológica». La oposición se agrupa en torno a esa campaña y al Foro de Salvación Nacional, que acusan a Kuchma de mantenerse en el poder a toda costa, pese a las sospechas de su implicación en la muerte del periodista opositor Gueorgui Gongadze.
El pasado mes de septiembre Gongadze desapareció en las inmediaciones de su domicilio y tres meses después fue encontrado su cadáver decapitado. En diciembre, el diputado y líder de la oposición socialista Alexander Moroz reprodujo ante el Parlamento varios cortes de audio de 300 horas de grabaciones tomadas en el despacho de Kuchma, en las que el presidente sugería la eliminación física de Gongadze.