El ex primer ministro Benjamín Netanyahu sufrió ayer un serio revés en su aspiración a volver a ocupar el sillón de máximo mandatario israelí tras la decisión del partido ultraortodoxo Shass de votar en contra de la disolución de la Knesset (Parlamento). Netanyahu había puesto como condición «sine qua non» para presentarse como candidato del Likud a las próximas elecciones que la Cámara se autodisolviese y se convocasen comicios legislativos.
El Consejo de Sabios del Shass, tercera fuerza política del país, decidió ayer que sus 17 diputados en la Knesset voten en contra de la disolución de la Cámara. El apoyo del Shass era fundamental para Barak en la votación de la disolución del Parlamento, prevista para la medianoche de ayer, ya que son necesarios más de 60 votos de los 120 escaños del Parlamento para que la ley sea aprobada. Sin embargo, según un parlamentario del Shass, el partido continuará apoyando en el Parlamento la «Ley Netanyahu», que permite la candidatura de una persona a las elecciones aunque no tenga un escaño en la Knesset. El Shass busca con esta ley, que él mismo ha promovido, evitar perder sus 17 diputados con la disolución del Parlamento.
El ex primer ministro y miembro del Likud renunció a su escaño después de su fracaso en las elecciones celebradas el pasado año frente al laborista Barak, lo que según la ley electoral israelí le impide presentarse a las elecciones a primer ministro, ya que ésta exige contar con un escaño en la Knesset para acceder al cargo.
La decisión de la formación ultraortodoxa ha supuesto el último e imprevisto giro en la nueva ascensión de Netanyahu al sillón de primer ministro, ya que todas las encuestas realizadas recientemente le otorgaban una amplia ventaja sobre el primer ministro dimisionario Barak.