La primera jornada del Consejo Europeo concluyó anoche con una cena en la que el presidente francés, Jacques Chirac, sondeó la disposición de sus colegas a resolver, de aquí al domingo, los escollos más difíciles, que siguen situándose en el reparto de los votos y el tamaño de la Comisión Europea. Al menos en público, las posiciones respecto al reparto de los votos y el tamaño de la Comisión permanecían ayer invariables. Diez países proponen la «doble mayoría simple» (de estados y población) como fórmula para tomar decisiones en el Consejo de Ministros, mientras que los cinco «grandes» exigen un aumento sustancial de sus votos, que les impida quedar en minoría ante una coalición de «pequeños».
Respecto a la Comisión Europea, la última propuesta sobre la mesa plantea limitar el número de comisarios a partir de una fecha aún por determinar (tal vez 2010), y rotar después de manera «igualitaria». El sistema, no obstante, sigue sin gustar a los «pequeños». Los países «grandes» aprovecharon los primeros momentos de la cumbre para hacer llegar a la presidencia francesa el mensaje de que los Cinco (Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y España) deben permanecer unidos si se persigue el éxito de la reforma para la ampliación de la UE al Este, que provocará pasar de quince socios a 27.
La exigencia alemana de asumir el peso que le corresponde en la toma de decisiones conforme a su mayor población (82 millones de habitantes frente a los 58 millones del Reino Unido, Francia o Italia), no ha encontrado aún solución. Francia se niega al «desenganche», e invoca los principios fundadores de la Comunidad Europea para rechazar la petición alemana y abogar por el mantenimiento de la tradicional paridad de votos.
En rueda de prensa previa a la cumbre, Chirac dejó clara la necesidad de un compromiso, porque «la Unión Europea de hoy no puede funcionar de forma eficaz con un número creciente de participantes». Pero no dio su brazo a torcer. El jefe del Estado francés recordó que en el origen del proceso actual de construcción europea está «el acuerdo fundamental entre Francia y Alemania». Este principio condujo a la Europa de los Seis, «cuya ambición era sellar precisamente esa reconciliación».