España acude al Consejo Europeo que se inicia el jueves 7 en la localidad francesa de Niza con una «actitud flexible» y dispuesta a negociar incluso que el sistema de decisión para asignar los Fondos Estructurales deje de ser por unanimidad si a cambio logra convertirse en un socio preferente de la Unión Europea (UE).
En fuentes gubernamentales se da por seguro que nuestro país no logrará tener en el Consejo el mismo número de votos que Francia, que significaría pasar de los ocho actuales a diez, pero se considera viable llegar a formar parte de la denominada «minoría de bloqueo» junto con tres de los «cuatro grandes» (Francia, Alemania, Italia y Reino Unido). De ahí que, si bien en un principio Madrid se opondrá a que decisiones que afectan a materias consideradas «sensibles», como la asignación de los Fondos de Cohesión se adopten por mayoría cualificada, podría llegar a ceder en este punto si su posición final en el Consejo es favorable.
En cualquier caso, se insiste en que el éxito de la negociación, que se prevé larga y en el último momento, reside en que los temas de Niza -el voto en el Consejo, la composición de la futura Comisión y los sistemas de decisión- forman parte de un único paquete que deberá tener en cuenta una amplia gama de combinaciones posibles.
La meta, en definitiva, es recuperar el peso que nuestro país tenía en 1986, antes de las últimas adhesiones a la UE, y lograr un peso en el Consejo «si no idéntico sí equivalente» al de los países grandes, es decir, según fuentes diplomáticas, se trata de situar a nuestro país «en el entorno de los grandes». La de Niza puede convertirse en la cumbre europea «más larga de la historia», pues comenzará el jueves y puede durar hasta el domingo por la tarde, según manifestó ayer, martes, el ministro francés de Asuntos Europeos, Pierre Moscovici, dejando claro las actuales diferencias entre los socios comunitarios.