Miles de personas se congregaron ayer en Belgrado para protestar por el fraude en las elecciones del pasado 24 de septiembre, en las que la Comisión Electoral le concedió casi el 49 por ciento de los votos, algo menos de la mayoría absoluta que él asegura tener. Las masas llegaron a Belgrado ya irritadas por la decisión del Tribunal Constitucional de zanjar la disputa Milosevic-Kostunica anulando la primera vuelta electoral, y apuntando su nueva celebración dentro de unos meses.
Parte de los manifestantes intentaron penetrar en la Asamblea yugoslava dos veces, una a las 11.00 GMT y otra dos horas después, y fueron rechazados por antidisturbios con gases lacrimógenos. Las masas, indignadas, volvieron a la carga, entraron en el Parlamento e incendiaron algunas de sus oficinas, destrozaron la sala de sesiones, y marcharon después sobre la cercana televisión estatal. Los policías, al ver el ímpetu de las masas, se han sumado a la población y confraternizado con ella, entregándoles a veces cascos, porras y hasta los peines de sus metralletas.
La comisaría central de Majke Jevrosime fue tomada por los opositores y hasta la agencia estatal de noticias Tanjug anunció horas después a sus abonados que «empezará a emitir objetivamente». Las tres cadenas de la televisión estatal enmudecieron, con algunas de sus instalaciones en llamas, y la mayoría de las privadas, mediatizadas por el régimen, se han «liberado» de su censura, incluso la «Pink», propiedad de la hija de Milosevic. Al menos una persona resultó muerta y en torno a un centenar más heridas, tres de ellas de bala, en la manifestación y los disturbios registrados ayer en Belgrado, informó la clínica Anlave, cuyos equipos de urgencia atendieron a los lesionados en las protestas de los opositores.
El ejército yugoslavo se quedará en sus cuarteles, declaró anoche una fuente cercana de la jerarquía militar a la agencia Beta. «El ejército no se mezclará de ninguna manera en los acontecimientos de las calles», declaró esta fuente a la agencia Beta. La fuente agregó que el Ejército se mantuvo al margen de todos los acontecimientos del jueves en Belgrado, «respetando su rol constitucional».