La decisión de Clinton sobre el temido escudo antimisiles conocido como la «guerra de las galaxias», esperada desde hace varias semanas, añadirá un nuevo punto de discordia en la campaña para las elecciones presidenciales del próximo 7 de noviembre. «He decidido no autorizar el despliegue de la defensa nacional antimisiles por ahora», dijo Clinton, quien añadió que «no seguiremos adelante hasta que sepamos que puede funcionar».
Con un coste total de unos 60.000 millones de dólares, el proyecto inicial, conocido como NMD por sus siglas en inglés, ha sido muy criticado por Rusia y China y es visto con reticencias entre los propios aliados europeos de Washington ya que el objetivo del programa es contrarrestar un posible ataque con misiles balísticos de países calificados como delincuentes, como Irak o Corea del Norte.
El objetivo inicial del Pentágono era que la fase inicial del sistema fuera operativa para el año 2005, y Clinton avanzó ayer que todavía era posible ponerlo en marcha para el 2006 ó 2007. Clinton indicó que la creación del sistema afronta problemas en el desarrollo de un nuevo propulsor para los cohetes interceptores y de medidas de neutralización de las contramedidas rivales (especialmente los señuelos de distracción).
A pesar de que se mostró dispuesto a continuar las conversaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin, a quien verá en Nueva York la próxima semana, Clinton reiteró que «ningún país puede tener derecho de veto sobre la seguridad estadounidense». Fuentes del Ministerio de Defensa ruso anunciaron anoche en el Kremlin su satisfacción por la decisión de Clinton de retrasar el proyecto.