La llegada de Bill Clinton a Colombia, diez años después del último viaje de un presidente de EEUU, es un símbolo de la consolidación de las relaciones bilaterales tras el difícil período que atravesaron durante la presidencia de Ernesto Samper. El presidente estadounidense llegó ayer a Cartagena para una visita relámpago de apenas diez horas a suelo colombiano, en la que respaldará los esfuerzos de Bogotá para combatir el narcotráfico y lograr acuerdos de paz con las guerrillas.
La visita, en un momento en que Washington cree que hay «una lucha a vida o muerte» por la supervivencia de la democracia colombiana, cobra más significado tras los graves problemas que las relaciones bilaterales sufrieron en un pasado reciente. «No cabe duda de que esta visita es una muestra de ese cambio», indicó una fuente de la Casa Blanca que viajó con Clinton a Cartagena. Clinton, que llevaba varios meses planeando esta visita, pudo ayer por fin, en sus encuentros con ciudadanos y funcionarios, cumplir su objetivo de manifestar su solidaridad con el pueblo colombiano en su lucha por la paz y contra el narcotráfico. En esta jornada, Bill Clinton inspecciona operaciones de detección de drogas, habla con policías y viudas de agentes, y acude a una de las nuevas casas de justicia con las que se intenta mejorar el acceso de los ciudadanos de bajos ingresos a servicios legales.
Bill Clinton, reafirmó ayer que el objetivo de su país en Colombia «no es militar» y aseguró que quiere apoyar el proceso de paz en el país latinoamericano sin imponer estrategias. «Nuestro objetivo no es militar. No creemos en una solución militar. Apoyamos el proceso de paz. Somos partidarios de la paz y enemigos de las drogas», dijo Clinton a los colombianos en un discurso grabado y transmitido ayer noche por la televisión colombiana.